Entre los siglos XVII y XVIII las academias de ciencias pasaron de ser consideradas sociedades secretas peligrosas y al margen de la filosofía oficial a ser motivo de orgullo por el que los países rivalizan. En la Academia de los Misterios de la Naturaleza, fundada en 1560 por Giambattista della Porta (1535-1615), tenía el propósito de estudiar la naturaleza y dar explicaciones de los fenómenos naturales, utilizando todos las argumentos que utilizaran la razón y los resultados de la experimentación. En sus argumentos y fenómenos de estudio confluían la magia, la astrología, las tesis alquimistas, la filosofía platónica, el atomismo de Demócrito, Fue clausurada por el papa Gregorio XIII en 1578.
La Accademia dei Lincei fundada en 1603 por el aristócrata Federico Cesi (1585-1630), tuvo mejor suerte que la academia de Della Porta anterior. Cesi estaba muy interesado por las ciencia naturales, sobre todo por la botánica. En esa Academia de dejaron de lado las teorías filosóficas abstractas y comenzaron a tratar únicamente matemáticas, microscopía, la astronomía y seguían con la alquimia y la astrología. Los académicos vieron la importancia que tenían las publicaciones de sus trabajos y la academia corrió con los gastos de las publicaciones de los libros de Galileo de Il Saggiatore (el ensayador) obra fundamental en la formación del nuevo espíritu científico y de Sidereus Nuncius, la obra se considera el origen de la nueva astronomía; este fue el primer libro de astronomía basado en observaciones realizadas con un telescopio, en él se describieron las primeras observaciones de la Luna, las estrellas y el descubrimiento de cuatro satélites de Júpiter: Io, Europa, Calisto y Gamínedes, que Galileo bautizó como planetas mediceos en honor a la familia Medici. Su publicación se considera el origen de la astronomía moderna y provocó el derrumbe de la teoría geocéntrica. Esta academia, pese a los grandes problemas de Galileo con la Iglesia, dio a conocer la labor de los científicos y difundió sus trabajos.
Las dos academias importantes del siglo XVII fueron la Royal Society y la Academia de Ciencias francesa; esta tuvieron mejor suerte que las academias anteriores porque estuvieron apoyadas por los reyes
La Royal Society, tiene su origen en las reuniones semanales que, desde 1645, tuvieron lugar principalmente en la residencia de Londres Jonathan Goddard (1617–1675) de Londres. Estaba integrada por filósofos naturales y científicos de diferentes áreas del conocimiento en todo lo que por aquel entonces se denominaba Filosofía Experimental . Entre sus normas de funcionamiento, y para evitar que se desviaran las discusiones de su propósito original, estaba prohibido hablar de Dios, de asuntos de estado o de actualidad, y tratar solamente temas de Filosofía Experimental y de materias relacionadas (Medicina, Anatomía, Geometría, Navegación, Estática, Mecánica, etc.) Eran reuniones puramente filosóficas y a las que Robert Boyle (1627-1691) llamó el Colegio Invisible en su correspondencia en 1646 y 1647. Durante la Guerra Civil , algunos miembros se reunieron en Oxford, pero, tras la restauración monárquica y la subida al trono de Carlos II en 1660, se reanudaron las reuniones en Londres y los asistentes a la primera reunión decidieron fundar una sociedad para la promoción del saber Experimental Físico-Matemático y volver a reunirse todos una vez por semana, así como pagar una cuota de ingreso y una cuota semanal para sufragar los experimentos. El rey le concedió una cedula real de fundación en 1662, momento en el que oficialmente se constituyó la Royal Society. El primer comisario de experimentos fue Robert Hooke (1635-1703). Los experimentos tenían gran importancia y eran los que ocupaban más tiempo en las reuniones. La Royal Society publicó y en 1665 dio la Micrographia, de Robert Hooke.
La Academia de ciencias de Francia fue creada en 1666, durante el reinado de Luis XIV (1638-1715) y bajo el patrocinio de su primer ministro J. B. Colbert (1619-1683). Tenía el lema: Anima y protege el espíritu de la investigación, y contribuye al progreso de las ciencias y aplicaciones,
Durante el siglo XVIII, la academia contribuyó al movimiento científico mediante sus publicaciones, y jugó un papel importante como asesora para el poder político. Generalmente la academia publicaba unas actas anuales de las sesiones, y se hacía inventario tanto de los trabajos presentados como de las discusiones mantenidas en las diversas sesiones.
Con el paso del tiempo las actas de las reuniones, tanto de la Academia de ciencias Francesa como las de otras academias, pasaron a ser las primeras versiones de las publicaciones periódicas que tanto fueron creciendo dentro del ámbito de la ciencia; de manera que a finales del siglo XVII había unas treinta publicaciones periódicas científicas editadas en Europa. La primera revista científica europea fue el Journal des Savants, que empezó a publicarse en 1665 y recogía los trabajos de la Académia de ciencias de París. Inmediatamente después aparecieron las Philosophical Transactions de la Royal Society de Londres.
RIVALIDADES Y LUCHAS ENTRE ACADEMIAS
Entre Francia e Inglaterra, como las dos grandes potencias políticas europeas que eran, había grandes rivalidades en todos los ámbitos: En ciencias la primera Polémica fue sobre la prioridad de la invención del cálculo universal entre Newton y Leibniz, pero hubo más.
Por otra parte, Inglaterra y Francia se habían enfrentado por la Guerra de Sucesión Española (1702-1713) y por la Guerra de Sucesión Austriaca (1730-1748), entones se consideró oportuno pelearse por el honor y por las investigaciones y el prestigio de sus intelectuales y encontraron un nuevo frente la lucha: pelear por el honor de las academias.
En primer lugar, consideremos las diferencias que había entre las concepciones filosófico-científicas de esos países. Abandonada la idea de universo geocéntrico aristotélico-Ptolemaico, a principios del siglo XVIII, había dos teorías contrarias e independientes del universo compitiendo entre sí. La teoría de cartesiana que seguida en Francia, que mantenía el principio aristotélico de que para imprimir movimiento a un cuerpo la causa motriz tenía que estar en contacto con el objeto movido. Para lo que R. Descartes (1596-1650) postuló la existencia de vórtices en su libro Principia Philosophiae (1644). Esta teoría imaginaba la existencia de un éter fluido, un material giratorio (vórtices) que llenaba el cosmos y en sus giros arrastraba a los planetas y a todos los astros proporcionándoles su movimiento característico.
La Royal Society defendía la teoría de la gravitación universal de I Newton (1643-1727) que suponía que en el universo existían fuerzas atractivas entre los diferentes cuerpos masivos que interactuaban entre si; es decir, que existían fuerzas que imprimían movimientos a los cuerpos sin estar el contacto con ellos. En suma, se planteó una lucha a nivel filosófico entre existencia de vórtices no observables contra acciones a distancia de fuerzas que aún no se había medido.
Estas concepciones científicas llevaron a plantearse el problema de la forma de la Tierra. El modelo matemático de Newton, debido a la rotación de la esfera terrestre, como todo fluido en rotación en torno a un eje, implicaba que la Tierra debía ser un esferoide oblato, achatado en los polos.
Cassini (1677-1756) realizó mediciones geodésicas en Francia como parte de los trabajos realizados por la Academia de Ciencias de París y, midiendo sobre la superficie terrestre concluyó que la Tierra era un esferoide alargado: prolato. En concreto, las mediciones se llevaron a cabo midiendo arcos de meridiano entre Paris y Perpignan. La técnica empleada consistía en combinar observaciones astronómicas con mediciones topográficas para determinar la longitud del arco y la distancia correspondiente en la superficie terrestre. Cassini calculó la medida de un grado de latitud a lo largo del meridiano terrestre. Este cálculo fue parte de los esfuerzos iniciales para determinar la forma exacta de la Tierra, que en ese momento se debatía entre ser un esferoide alargado (prolato) o achatado (oblato). Si la Tierra no fuera una esfera perfecta no mediría lo mismo un grado de meridiano en el ecuador que en los polos
En esta situación, Newton y Los científicos de la época investigaban para decidir cuál de estas dos supuestas formas de la Tierra era la correcta, es decir, cual se ajustaba a la realidad. El planeta convirtió en un laboratorio natural para dilucidar cual era la teoría que predecía la
Se planteó la batalla a distintos niveles: entre cartesianos y newtonianos, entre mecanicistas y defensores de la gravitación universal, entre Academia de ciencias de París y la Royal Society y una batalla por el honor entre Francia e Inglaterra.
D’Alembert (1717-1783) en la en la Enciclopedie (1751 y 1772) en el artículo Figure de la terre decía:
Se creyó que estaba en juego el honor de la nación dejando que la Tierra tomara una figura extraña, una figura imaginada por un inglés (Newton) y un Holandés (Huygens ) como se ha creído durante más o menos durante mucho tiempo el honor de una nación interesada en defender los torbellinos y la materia sutil en lugar de proscribir la gravitación newtonianas. París y la misma Academia se dividió en dos partidos
Para dirimir esta duda científica el rey de Francia Luis XIV mandó dos expediciones para medir la medida del grado de meridiano a latitudes diferentes :
La primera (1736-1737):fue Tornedalen, en Laponia (Finlandia), cerca del círculo polar ártico con el equipo científico dirigido por P.L. Moreau de Maupertuis (1698-1759), que incluía científicos como Alexis Clairaut, Anders Celsius y Pierre Charles Le Monnier.
La segunda, liderada por Charles-Marie de La Condamine (1701-1774) dirigiendo un grupo de científicos formado por Jorge Juan, Antonio de Ulloa, Louis Gudin y Pierra Bouguer medirían el grado de meridiano en Perú en latitudes cercanas al ecuador,
Utilizaron instrumentos de medición avanzados incluyendo teodolitos y cadenas de medida y en ambas expediciones midieron la distancia entre dos puntos geográficos, basándose en observaciones astronómicas para determinar la latitud de cada punto y compararon esta distancia geográfica con la medida terrestre para calcular el grado del arco del meridiano.
Con las medidas de ambas expediciones se concluyó que el grado de meridiano terrestre mide más en los polos que en el ecuador. Esto coincidía con la predicción de Newton: la Tierra está achatada en los polos y ensanchada en el ecuador. La Tierra era un esferoide oblato, resolviendo el debate científico y refutando la hipótesis de Cassini.
La repercusión científica fue notable Maupertuis publicó sus resultados en «La figure de la terre» (1738) y Lacondamine publicó sus mediciones en Extracto del diario de observaciones hechas en el viaje de la Provincia de Quito al Para, por el Rio de las Amazonas… (1745). El experimento marcó un hito en la geodesia y en aumentó la confianza en la aplicación empírica de las leyes de la física para comprender nuestro planeta. También promovió el uso del método científico en la resolución de debates teóricos, así como la importancia de la cooperación científica internacional. Cabe destacar otras grandes aportaciones que realizó Lacondamine gracias a su expedición a Perú, entre las que destacamos: el descubrimiento del caucho, la quinina para tratar la malaria (clasificó la especie de quino que contenía más quinina y que fue el único método utilizado durante de 200 años).
Víctor Arenzana Hernández