LA ILUSTRACIÓN, LA CIENCIA Y EL PROGRESO EN EL SIGLO XVIII

Tomás Moro. Utopia
Tomás Moro. Utopia

La idea de progreso tal y como la entendemos hoy, en el sentido de mejora de las condiciones de vida e incluso de las capacidades del ser humano, es una idea que procede de la Ilustración. Es decir, se gestó en un momento histórico crucial  conocido como el Siglo de las Luces que es el período delimitado por las dos revoluciones europeas, la inglesa, de 1688 y la francesa, en 1789. Ese periodo se caracterizó por la toma de conciencia de que se vivía una nueva etapa histórica, un nuevo tiempo en el que la razón, la ciencia y la técnica iluminarían y renovarían la humanidad.

N. de Condorcet (1743-1794) en su obra Bosquejo de un cuadro histórico del progreso del espíritu humano (1794) concretó una idea de progreso, compartida por muchos pensadores de su tiempo. La idea se fundamentaba en la convicción de que el género humano alcanzaría cada vez mayores cotas de felicidad de bienestar con el desarrollo y perfeccionamiento permanente de las ciencias y de las técnicas,

Este modo de pensar hunde sus raíces en el siglo XVII y muestra su fuerza a finales del siglo cuando I. Newton (1643-1727) descubrió unas leyes matemáticas que cumplía la naturaleza siempre y en todo lugar que describían el movimiento de la materia en el universo .

Pronto la Mecánica Newtoniana contenida en sus Principia (1687) levantó pasiones en Europa y encontró prestigiosos propagandistas. El filósofo francés Voltaire (1694-1768), que estuvo exiliado en Londres de 1726 a 1729  pudo apreciar los adelantos económicos y sociales derivados de la Revolución Industrial inglesa y se entusiasmó por los éxitos que la ciencia y la técnica habían logrado en Inglaterra. Los avances de la ciencia Inglesa despertaron

A su vuelta a Francia Voltaire escribió Lettres Inglesas (1734), que son una serie de ensayos escritos basados en sus experiencias en Gran Bretaña en ese periodo. Las descripciones de de Voltaire en aspectos de la cultura, de la sociedad y del gobierno ingleses los consideró superiores en comparación con sus homólogos franceses. Incluso en la religión cuáqueros y anglicanos salían ganado frente a los católicos (no así los presbiterianos). Las Cartas inglesas fueron consideradas en Francia como un ataque al sistema de gobierno francés y fue rápidamente suprimido.

Las leyes de Newton fueron formuladas por L. Euler (1707-1783) en términos del calculo diferencial de Leibniz  en  su obra Mechanica Sive Motus Scientia Analytice Exposita (1736) Mecánica o ciencia del movimiento descrita analíticamente) y, con la nueva formulación, los problemas que se resolvían con la leyes newtonianas se transformaron en resolver ecuacnes diferenciales  con condiciones iniciales.

Seguramente, y dado que la solución de un problema mecánico dependía de las condiciones iniciales, P.S. Laplace (1749-1827) llegó a expresar que el ser humano podía predecir cualquier tanto cualquier fenómeno natural futuro como conocer como fue la situación en cualquier momento anterior y conjeturó que debía haber una relación causal entre las diferentes situaciones. Según sus palabras, que: Debíamos considerar el estado actual del universo como el efecto del estado anterior y como la causa del estado siguiente.

O más claramente, que conociendo el estado del universo en cualquier instante, era posible describir cómo fue su situación en un momento pasado o cómo sería en el futuro. Este postulado de Laplace es un principio determinista del universo, también conocido como el principio de conservación de la información: cada instante contiene la información precisa para determinar la de los otros instantes, tanto anteriores como posteriores. También ha dado lugar a un personaje de ficción conocido como diablo calculador de Laplace, por la siguiente cita:

Una inteligencia que en un momento determinado conociera todas las fuerzas que animan a la Naturaleza, así como la situación respectiva de todos los seres que la componen, si además, fuera lo suficientemente amplia como para someter a análisis [cálculo] tales datos, podría contener en una sola fórmula desde los movimientos los cuerpos más grandes del universo hasta los de los átomo más ligeros; nada le resultaría incierto y tanto el futuro como el pasado estarían presentes ante sus ojos. (Laplace Ensayo filosófico sobre las Probabilidades (1795).

En una atmósfera en la que apreciaba el avance social y científico e incluso existía una confianza en la mejora progresiva de las capacidades humanas era en la que Laplace expresaba su fe en el avance del conocimiento humano.

Condorcet, seguramente, inspirado por este ambiente llego a concebir una idea paracientífica   que flotaba en el ambiente: Si el hombre podía predecir casi con completa seguridad, basándose  en la experiencia de observaciones anteriores, los fenómenos cuyas leyes conocía, también podría basándose en la experiencia pasada, predecir, con gran probabilidad, los acontecimientos del futuro (con las limitaciones de sus propias capacidades intelectuales y sus posibilidades de cálculo); ¿Por qué no, basándose en los resultados de la historia, podríamos conocer, el destino futuro de la sociedad, de la naturaleza y de la propia la especie humana?

En el caso de las ciencias naturales, Laplace se apoyaba en la  idea de que las leyes generales, que regulaban los fenómenos del universo, eran inapelables y constantes; Condorcet pensaba ¿No se podría extender este principio si postulamos la existencia de unas leyes semejantes para el desarrollo de las facultades intelectuales y morales del hombre.

Las ciencias y la técnica habían hecho avanzar en Inglaterra y en Europa en mayor bienestar, más libertades, en la vida social y en la estructura política. En general la sociedad hubo una percepción de mejora en la vida de los ciudadanos.

Esa percepción En la zarzuela  La Verbena de la Paloma, estrenada en Madrid en 1894 (libreto de Ricardo de la Vega (1839-1910) y música de Tomás Bretón (1850-1923), aunque por un motivo baladí (una conversación sobre laxantes); En la zarzuela de comienzos del siglo XX  Don Sebastián le decía a Don Hilarión: Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad ¡Es una bestialidad!

En 1795 el  Marqués de Condorcet (1795) decía que analizando la historia que la humanidad avanzaría a mejor en diferentes aspecto, pero las esperanzas sobre el estado futuro de la especie humana podían resumirse  en tres puntos importantes: la eliminación de la desigualdad entre las naciones; el avance la igualdad de la igualdad dentro de la misma nación y lograr la verdadera perfección del hombre.

Para Alfred N. Whitehead (1841.1947) el sentido común y la racionalidad del siglo XVIII, puso de relieve situaciones de desigualdad entre seres humano y entre diferentes sociedades, su propuesta de progreso actuó en el mundo como un bálsamo de purificación moral y de verdadero avance.

El expresidente de Estados Unidos B. Obama (n.1961) estaba seguro de que la humanidad en su conjunto había progresado en el sentido que decía Condorcet cuando en 2016, al final de su segundo mandato, decía:

Si tuvieras que elegir un momento de la historia para nacer y no supieras de antemano quién serías —si no supieras si ibas a nacer en una familia rica o en una familia pobre, ni en qué país nacerías ni si ibas a ser hombre o mujer—,si tuvieras que elegir a ciegas en qué momento querrías nacer, elegirías el presente.

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