
El libro de Marshall McLuhan (1911-1980) y Brice R. Powers (1909-1992) La aldea global. Transformaciones en la vida y los medios de comunicación mundiales en el siglo XXI (1962) comienza con una cita de La casa de los siete tejados (1851) del novelista N. Hawthorne (1804-1864), que señala el impacto que produjo el descubrimiento de la electricidad o, más precisamente, el descubrimiento de la corriente eléctrica, en la mentalidad de la humanidad desde el principio, aunque la electricidad no había desplegado todas las posibilidades que conocemos. Dice así:
¿Es un hecho… que, por medio de la electricidad, el mundo de la materia se ha convertido en un gran nervio, vibrando a miles de kilómetros en una milésima de segundo? ¡Más bien, el globo redondo es una vasta cabeza, un cerebro, instinto con inteligencia! O ¿debemos decir que es en sí un pensamiento, nada más que un pensamiento, y ya no la sustancia que creíamos?
La novela es una obra cumbre de la novela gótica americana en la que se entrelazan magistralmente elementos de intriga, terror y crítica social y con comparaciones científicas como la que recoge la cita de McLuhan. La metáfora de Hawthorne, escrita en 1851, es verdaderamente potente, la Tierra ya no la concibe como la masa inerte newtoniana, sino como un nervio vibrante, alimentado por electricidad.
La electricidad, con la ciencia moderna pasó, de ser una curiosidad, a convertirse en un tema de estudio atractivo, que se manifestaba en diversos fenómenos naturales: tormentas eléctricas, máquinas eléctricas o botellas de Leyden. En el año 1791 Luigi Galvani (1737-1798) estudió el efecto que se producía cuando se daba una descarga eléctrica en la médula espinal de una rana diseccionada; la electricidad tenía la capacidad de provocar una contracción muscular de sus extremidades.
Galvani se puso a investigar el fenómeno, demostrando que, aunque se desconociera aún porque, el tejido muscular de los cadáveres conservaba esa capacidad retráctil por un tiempo. Esto hizo sospechar que el propio tejido vivo tenía la capacidad de generar electricidad e indujo a pensar en las influencia de la electricidad sobre la materia inerte y su relación con la vida.
En este entramado conceptual apareció en 1818 la novela de Mary Shelley (1797-1851) Frankenstein o el moderno Prometeo. Es una de las novelas más importantes dentro de la literatura universal, específicamente entre los textos góticos. En la novela el profesor suizo Víctor Frankenstein busca el “elixir de la vida” para resucitar la materia muerta y lo encuentra en la electricidad.
A lo largo del siglo XIX, los experimentos con seres vivos continuaron y la electricidad empezó a utilizarse para tratar dolencias tales como neuralgias, depresiones o lesiones musculares. Muchos de estos tratamientos fueron toscos y no siempre exitosos, pero marcaban el inicio de una era de innovación y descubrimiento.
La electricidad fue aceptada con carácter casi mágico antes de que se convirtiera en la energía más relevante y mucho antes de descubrir sus variada aplicaciones; frente a la concepción materialista de la mecánica del siglo del XVIII la electricidad ofrece una visión de mundo diferente. Se siente que algo distinto de la materia influye sobre ella.
Algunas personas sugieren que la electricidad y la energía espiritual podrían estar relacionadas en el sentido de que la electricidad es una forma de energía que puede influir en nuestra energía espiritual, esta idea sería recogida por el espiritismo.

El espiritismo es una doctrina que apareció en Francia a mediados del siglo XIX, cuyo máximo exponente fue Allan Kardec (1804-1869). Tanto Kardec como su obra más conocida El Libro de los Espíritus, proporcionaron unos métodos precisos y estructurados para comunicarse con los espíritus y explorar los misterios más allá del mundo material. El espiritismo se definía como una ciencia que estudiaba el origen y destino de los espíritus (alfa y omega) y las relaciones que pueden establecer con los seres humanos. Además, el espiritismo pretendía estudiar, mediante la comunicación con los espíritus, fenómenos paranormales y la vida después de la muerte.
La corriente espiritista alcanzó a personas de todos los niveles, por ejemplo a Alfred R. Wallace (1823-1913) , padre, junto a Charles Darwin (1809-1882), de la teoría de la evolución de las Wallace defendió la selección natural, pero dio más importancia a los cambios repentinos en las especie, frente al gradualismo de Darwin y a la influencia del entorno en la dirección de la evolución. Wallace también especuló sobre el espiritualismo y creía en la existencia de un espíritu superior que guiaba la evolución.

Wallace, según sus propios testimonio, participó en mesas dispuesto a invocar a los espíritus. Y, según su descripción: A la media hora media se escucharon sonidos misteriosos y la mesa comenzó a moverse: Estos experimentos me han demostrado que existe un poder desconocido que surge de los cuerpos de personas que se encuentran conectadas al sentarse alrededor de una mesa con sus manos encima de ella. Wallace escribió: Por más que tales fenómenos puedan parecer irreales y extraños afirmo que se trata de hechos que realmente sucedieron tal y como los he narrado y sin posibilidad para el engaño o el truco.
La aplicación de la electricidad a la medicina en el en el siglo XIX dio lugar a especulaciones sobre sus expectativas. Pero a tras el descubrimiento de la reacción entre electricidad y magnetismo y con M.Faraday (1791-1867) y J. C. Maxwell (1831-1879), la electricidad mostraría toda su potencia hasta el punto de marcar el paso desde la época mecánica, bajo el paradigma newtoniano a la época eléctrica.