LA BÚSQUEDA DE LA COMPRENSIÓN DE LA NATURALEZA Y DE SU COMPORTAMIENTO

Oráculo de Delfos
Oráculo de Delfos

Michio Kaku (1947-) Pensamos que la inteligencia es saber cosas, pero la esencia de la inteligencia es ver el futuro. Estimular la creación de un futuro que no existe.

Esta frase tan redonda, precisa y motivadora en el momento actual, indudablemente, valora el conocimiento, pero destaca a la creatividad, que pone lo en movimiento en el que conocimiento y creatividad se entrelazan en un proceso continuo de retroalimentación que permite el avance. Es una observación precisa sobre el conocimiento científico en el momento presente que se ve apoyada por los matices tecno-científicos de la actualidad.

El hombre siempre se ha interesado por conocer el mundo que le rodeaba, tanto en el presente inmediato, para buscar recursos y lograr su supervivencia y bienestar, como para tener información sobre el futuro con el deseo de saber que le iba a deparar el mañana con el fin de tomar en el presente las medidas necesarias para mantener su situación y mejorarla en la medida de lo posible.

El planteamiento más seguro para conseguir ambos objetivos lo ofrece el método científico ya que, con él, podemos conocer la naturaleza de las cosas y prever la evolución futura de diferentes fenómenos físicos. En todo caso, el conocimiento científico racional no alcanzó un poder predictivo hasta el siglo XVII. La ciencia escolástica, derivada el aristotelismo, buscaba conocer y describir la esencia, el porqué de las cosas, preguntándose por sus causas (material, formal, eficiente y final), pero sus preguntas a la naturaleza  dieron lugar a un conocimiento cualitativo, estático en cuya estructura no entraba la variable tiempo. Mientras que la ciencia moderna dejó de lado la búsqueda de las causas aristotélicas (sobre todo la causa final) y se dedicó describir en un lenguaje científico, cómo evolucionaban los fenómenos. Los filósofos pasaron de buscar el abstracto porqué de las cosas a preguntarse por el concreto cómo ocurrieron y cómo sucederán

El filósofo más influyente en la ciencia occidental durante casi vente siglos fue Aristóteles (384-322 a.C.),  consideraba que todo conocimiento que adquiría el hombre le llegaba por los sentidos , el hombre entraba en contacto con las cosas reales y con esa experiencia sensorial lograba un tipo de conocimiento inmediato y fugaz que se esfumaba con la sensación que lo había producido. Este era el conocimiento propio de los animales inferiores, pero en el caso del hombre este conocimiento sensible, con la memoria sensitiva y con la imaginación, daba lugar a un tipo de conocimiento más duradero. Este proceso, aunque no le permitía al hombre conocer el por qué y las causas de los objetos conocidos, sí le permitía saber que existían, las cosas particulares. A partir de la conciencia de que existían de cosas particulares elaboró todo su sistema de conocimiento. Aristóteles concluyó que el hombre alcanzaba el saber teórico, a partir de los conceptos abstractos que servían para designar colecciones de cosas sensoriales: los conceptos.

El conocimiento abstracto es el tipo de conocimiento superior que conducía a la sabiduría y al verdadero conocimiento que se elaboraba mediante el entendimiento y culminaba cuando se conocían las sustancias por sus causas y principios (causas material, formal, eficiente y final). A Estos conceptos abstractos, obtenidos gracias a las facultades cognitivas del ser humano, Aristóteles les podía aplicó las leyes de la lógica y logró obtener un cuerpo teórico riguroso, sólido y duradero, aunque con escasas condiciones predictivas.

Precisamente fue por su coherencia, por su rigor lógico, por lo brillante de sus ideas y, sobre todo, porque fueron las obras de Aristóteles las primeras que se conocieron en occidente en la Edad Media por lo que la obra del Aristóteles sirvió de base a la teología cristiana con autores como Santo Tomás de Aquino (1224-1274), los comentarios éste sobre las obras de Aristóteles fueron decisivas para establecer la compatibilidad entre el pensamiento del estagirita y la fe cristiana. Fue una delicada tarea de compatibilizar bajo un único sistema aristotelismo y cristianismo.

Tomás de Aquino revitalizó la obra de Aristóteles, tras haber estado olvidada durante casi quince   siglos. A partir del siglo XII, se comenzó a estudiar la ciencia aristotélica, comenzando por la lógica y, progresivamente se siguieron estudiando otras secciones de la obra del filósofo griego, dando lugar a la escolástica y la filosofía tomista que dominaron claramente el panorama cultural y científico entre en los siglos   del XII y XVI.

En este periodo los filósofos y teólogos estudiaron la lógica aristotélica (Analíticos y Tópicos) y la Metafisica.  Muchos filósofos se centraron en la obra empírica del estagirita, como la  Física, De la generación y la corrupción,  Del cielo (Cosmología). También se estudiaron en esa época  las obras médicas de Galeno (129- 216), (Métodos Terapeúticos, Los Temperamentos . Otros de se centraron en la astronomía y la astrología de Ptolomeo (s.I), que estaba relacionada entonces con la medicina por creer que los planetas tenían influencia sobre la vida de las personas; los horóscopos fueron fuente prioritaria de información para médicos curanderos y cirujanos.

Hacia el año 1500 la asimilación de Aristóteles, Galeno y Ptolomeo había sido plenamente integrada, en occidente y formaba con  la doctrina cristiana en una síntesis cultural que contaba con el beneplácito de la Iglesia y del Estado. La situación filosófica desde el punto de vista conceptual estaba estructurada tan firmemente desde el punto de vista lógico que Dios, el hombre, los ángeles, los animales, las plantas, los planetas y los elementos tenían su lugar en el mundo gracias a un sistema filosófico estructurado en torno al hombre y a la Tierra.

Esta era la estructura lógica del mundo, ordenado de forma racional, en la que todo debía estar reglamentado según las leyes religiosas y donde de todo lo que aparecía o sucedía en el mundo podíamos decir si estaba o no de acuerdo con el plan lógico establecido. Se basaba, en último término, en los principios religiosos cristianos y en corpus aristotélico.

Pero en la filosofía griega no todo era Aristóteles, ni todas las místicas eran las cristianas y este modelo iba a zozobrar cuando los sistemas que habían sido desestimados, pero seguían latentes, comenzaron a emerger.  Pitagóricos, platónicos, atomistas y otras corrientes filosóficas fueron manifestando sus discrepancias y aportaron propuestas contra una ciencia que unificaba ideas, pero no respondía a la realidad física ni era capaz de predecir sucesos futuros

La Escuela Pitagórica, fundada por Pitágoras (570​-490 a. de C.) representaba una línea disidente formada por una secta religiosa, los acusmáticos, y una escuela filosófica o científica, los matemáticos. Sus doctrinas religiosas, inspiradas en el orfismo y en los movimientos místicos de los primitivos pueblos itálicos, impregnan las teorías filosófico-científicas y admitían prácticas de adivinación para predecir el fututo, como la numerología.

Pero el caso no era único, en Grecia, grandes filósofos (muchas relacionadas con las las matemáticas), representantes de la línea racionalista, no eran contrarios a admitir en el conocimiento las prácticas adivinatorias ni presupuestos religiosos (a los que, de alguna forma, estaba ligada la adivinación). De hecho, algunos de ellos como Sócrates (470-399 a. de C.), Platón (427-347 a. de C.) los estoicos, etc., trataron de dar una justificación racional del fenómeno profético.

En el diálogo Fedro de Platon, aparecía Sócrates diciendo que la locura como una puerta a la creatividad, a la inspiración y a la adivinación, y que, lejos de ser siempre una locura malvada, a era menudo es un regalo divino que nos brindaba los mayores beneficios. La locura que se apoderaba del hombre bajo la influencia de los dioses era casi siempre superior al simple sentido común que nunca había producido nada grandioso.

A los locos se les consideraba personajes más cercanos a los dioses y las puertas por donde los dioses podían manifestar su voluntad (el trance del médium). Había otros muchos métodos de adivinación que se nombraban por el medio del que se valían los adivinos: piromancia. Ornitomancia, selenomancia,  cartomancia, astrología , etc.

En todo caso había división de opiniones entre los partidarios de las artes adivinatorias y los que no. Pero la situación real era, que en el corpus aristotélico, no se podían predecir fenómenos de la vida real; que había artes, como a medicina, que necesitaban hacer predicciones y la dudosa fama que tenían los adivinos. Galeno, claro conocedor de los métodos experimentales, manifestaba sus dudas en Sobre el diagnóstico de los sueños, afirmaba que los sueños (incluyendo a los premonitorios)  podían ser un reflejo de los padecimientos del cuerpo.

Entre las actividades que pronosticaban eventos futuros como, anunciaban el desarrollo de una enfermedad o los cambios del clima, el porvenir de una persona había la adivinos, astrólogos, médicos, curanderos milagrosos, médicos etc. Pero, mientras que la medicina, la meteorología, y otras actividades de pronóstico se acabaron convirtiendo en ciencias, las disciplinas de adivinación y de la astrología fueron puestas en entredicho y la legitimidad y la eficacia despertaron polémicas.

En el siglo XVI buena parte de la población pensaba que la magia y las artes adivinatorias eran prácticas que  podían responder a preguntas que no podían explicar ,mediante de la ciencia. Para ellos la magia podía sugerir ideas y, mientras que la ciencia podía explicar lo racional, esto es, la razón, la magia podía explicar la sinrazón.​

Esta situación seguramente influyó en el ambiente en el que se lanzaron las primeras ideas de la la ciencia moderna y se comenzaron a estudiar unas ideas que no se explicaban dentro del escolasticismo. A partir del siglo XVI se empezó a sostener que la Tierra no ocupaba el centro del universo a través de la obra de Copérnico, Galileo Kepler, Descartes y Newton. El éxito que tuvo esta ciencia moderna, propagada por platónicos, atomistas y otras corrientes filosóficas, los llevó a la aceptación cada vez mayor de analogías matemáticas a campos ajenos a la astronomía.

Estos cambios propiciaron que los propios científicos se dedicaron al estudio de los fenómenos naturales con la elaboración de nuevas hipótesis con el diseño de experimentos. En muchos casos experimentos se realizaban sobre medidas precisas y las hipótesis plausibles no eran dogmas, era posible refutarlas y desecharlas por falsas no como en las predicciones de horóscopos, augures y adivinos y antiguos. Cuya crítica mordaz viene expresada en una cuarteta, atribuida a Quevedo (1580-1645) , que reza así:

 El mentir de las estrellas

es muy seguro mentir

porque ninguno ha de ir

 a preguntárselo a ellas

Aparentemente la revolución científica partió de la recuperación del pensamiento griego, pero, ciencia griega no era un bloque racionalista tan uniforme como parecía sugerir la filosofía aristotélica elaborada en la escolástica. Fue el pensamiento dominante, pero parece lógico pensar que en el momento en que se estaba formando el método racional griego hubiera diferentes tendencias de pensamiento, como así sucedió.

En Grecia hubo como una lucha encarnizada contra el escolasticismo, basado en el pensamiento de Ptolomeo, Aristóteles y Galeno, a la vez que se apoyaba en otras fuentes griegas muy diferentes a las de estos autores. Con una visión esquemática podemos decir que la Revolución Científica fue una asimilación y un repudio del pensamiento clásico. Y que hizo necesaria a labor de emitir hipótesis sobre comportamientos futuros de los acontecimientos, lo más precisas posibles para conocer e futuro

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