En este trabajo vamos a destacar como, a partir del siglo XV, la curiosidad, la observación, la experimentación y las matemáticas se fueron, al menos entre cierto número de personas cultas (y generalmente acomodadas), se fueron instalando en la sociedad y fue apareciendo una masa crítica de nuevos investigadores que señalaron el camino de la ciencia.
En primer lugar, destacaremos un salto esencial de la metodología medieval a la renacentista. La enseñanza escolástica, en general, un estudiante recibía la instrucción de un maestro y cuya labor fundamental era comentar y discutir y hacer asimilar las teorías de Aristóteles, Platón, Avicena (980-1037), Averroes (1126-1198) o Tomás de Aquino (1206-1274), además de profundizar en la lógica, en los silogismos y discutir sobre problemas, puramente racionales y alejados del conocimiento de la naturaleza, como el nominalismo o la cuestión de los Universales como Pedro Abelardo (1077-1142).
Los científicos naturales, a partir del siglo XV, se basaban en la observación la naturaleza y los fenómenos que en ella se producían, describiéndolos como aparecían realmente, desechando todo lo que no fuera observable y buscando, en general, las causas perceptibles de las cosas (eliminándola causa final aristotélica). Según palabras de Descartes en Discurso del método, I: no buscar otra ciencia que la que pudiera hallar en mí mismo, o bien en el gran libro del mundo. Realizando medidas y empleando las matemáticas como soporte lógico firmemente establecido.
En segundo lugar, la situación social del científico partió de abandonar del saber escolástico y era bastante diferente a la de un científico actual. Los científicos no vivían del ejercicio de la ciencia (salvo los médicos y algunos astrónomos que se dedicaban a realizar horóscopos). El astrónomo N. Copérnico (1473-1543), fue canónigo en la catedral de Frauenburg; G. Cardano (1501-1576) era médico y ha pasado a historia como algebrista, William Gilbert (1544–1603) fue médico de la reina Isabel I y estudió el magnetismo terrestre, J. Kepler (1571- 1630), astrónomo real, R. Descartes (1596-1650) de una familia acomodada de comerciantes y abogados., P. Fermat (1601-1665) abogado en Toulouse, B. Pascal (1623-1662) de familia acomodada, Ch. Huygens (1629-1695), de una familia de intelectuales liberales y diplomáticos.
En tercer lugar, hay un aspecto que deriva de lo expuesto anteriormente y que podemos resumirlo en la imperiosa necesidad de una comunicación entre los científicos, tanto de sus metodologías como de sus descubrimientos. Las razones de esta necesidad son evidentes Los primeros científicos investigaban temas elegidos, en principio por propia iniciativa desde distintas profesiones y diferentes lugares, además, por no aceptar la física aristotélica, no disponían de una metodología, un cuerpo de doctrina elaborado, ni unos principios básicos en los que apoyarse. En este aspecto tuvieron importancia decisiva iniciativas como la de M. Mersenne (1588-1648), que fue conocido como secretario de la república de las letras de Europa.
Mersenne fue un Fraile de la orden de los Mínimos y, desde 1619, fue profesor en el Convento de l’Annonciade, cerca de la Place Royale de Paris, que se convirtió en el lugar de encuentro de de grandes sabios como P. Fermat, B. Pascal, P. Gassendi (1592.1655) o G. Roberval (1602-1675). En 1635 institucionalizaron este tipo de encuentros en la Academia Parisiensis. En las reuniones los eruditos discutían libre y vehementemente. Desde París, Mersenne mantuvo correspondencia con otros eminentes científicos y jugó un papel primordial en la difusión del conocimiento científico y matemático por Europa. Después de su muerte, en su celda del Convento, se encontraron cartas de científicos eminentes, como Fermat, Huygens, o de G. Galilei (1564-1642) y su discípulo E.Torricelli.(1608-1647).
CARÁCTERÍSTICAS SOCIOCULTURALES
Para abordar el estudio de los comienzos de la ciencia moderna es importante conocer algunas características del contexto sociocultural dentro del cual Galileo, y otros grandes pioneros, pudieron realizar sus aportaciones a la ciencia.
La primera fue la de aceptar en la ciencia únicamente las afirmaciones, pruebas y realidades que fueran comprobables empíricamente. Este principio aparece en la Royal Society de Londres (1662) (Sociedad Real para el Avance de la Ciencia Natural) como Nullius in verba (En la palabra de nadie), que significa la necesidad que tiene el conocimiento de obtener evidencias empíricas en vez de recurrir al criterio de autoridad (Aristóteles dixit), utilizado por los escolásticos. El principio Nullius in verba procede de las Epístolas (I, 14) de Horacio (65-27 a. de C.) que dice: Nullius addictus jurare in verba magistri (Nadie está obligado a jurar por las palabras del maestro).
La segunda característica destacable fue la aparición de nuevos ojos en la observación de la naturaleza, que fue lo que supuso la construcción de instrumentos que mejoraron la observación científica e inauguró una nueva etapa de desarrollo en la Italia del Siglo XVI. A. Koyré, en su obra Estudios galileanos llamó a esa etapa fase instrumental, porque, en efecto, el desarrollo de la ciencia estuvo íntimamente ligado al desarrollo de los instrumentos de observación. El telescopio de Galileo, en 1609, marcó el camino del desarrollo científico de la época, señalando un punto de partida para nuevas observaciones en campos diferentes y más concretamente en la astronomía.
El físico inglés R. Hooke (1635-1703) se interesó por la astronomía, la microscopía, la óptica y la mecánica e inventó muchos aparatos para observar, medir y registrar fenómenos de la naturaleza. Utilizó el microscopio para observar cosas que no podían percibirse a simple vista y las plasmó en su Micrographia (1665), obra en la que mostraba cincuenta observaciones microscópicas con detallados dibujos. En este libro apareció por primera vez la palabra célula, para describir como se observaba en el microscopio una laminilla de corcho. Reparó que el corcho estaba formado por pequeñas cavidades poliédricas semejantes a las celdillas de un panal de colmena de abejas, a cada cavidad la llamó célula.
La tercera característica destacable en la ciencia moderna fue la aplicación de las matemáticas en el estudio de la naturaleza, no sólo a la mecánica, sino al resto de las ciencias físicas (Aristóteles consideraba que las matemáticas eran una ciencia abstracta que no aportaba conocimiento sobre la naturaleza del mundo físico). Pero las matemáticas se aplicaron a muchas materias que adoptaron el llamado more geométrico, que significa a la manera de los geómetras. Con el uso de las matemáticas se trataba de estructurar el conocimiento de la naturaleza del modo que estaban configurados los Elementos de Euclides. La geometría de Euclides partiendo de unas definiciones generales, estableciendo unos postulados y utilizando una lógica o nociones comunes se podían obtener conclusiones irrefutables dentro del sistema establecido. El modelo de la geometría aplicado al estudio de la naturaleza o de la moral permitía construir modelos y la predecir la evolución de fenómenos venideros.
La decisión por el more geométrico se vería, seguramente, estimulada por la aversión que los renacentistas tenían al método silogístico, su desafecto hacia la escolástica les hizo experimentar nuevas formas literarias más “estéticas”. El uso del método geométrico sería la respuesta de los filósofos del siglo XVII a la huida de los métodos de la lógica y del razonamiento escolásticos. El filósofo holandés B. Spinoza(1632-1677) es un claro ejemplo del uso del more geométrico en la ética en su obra: Ethica ordine geometrico demonstrata (1677)
Por último, destacaremos el interés que tenía el científico renacentista por la observación de la fabricación de armamento y máquinas militares y por la labor de los artesanos. Galileo En su obra más influyente sobre mecánica, Consideraciones y demostraciones sobre Dos Nuevas Ciencias, inicia con una evocación a los problemas derivados del estudio del arsenal de Venecia. En un fragmento de discusión entre Sagredo, Simplicio y Salviati, este último señala Dirigiéndose a los Señores Venecianos:
“Pienso que la constante actividad en vuestro famoso arsenal, señores venecianos, ofrece un gran campo para filosofar a los intelectos que especulan, especialmente en aquella parte que se denomina mecánica, donde se construyen continuamente todo tipo de instrumentos y de máquinas por medio de gran número de artesanos, algunos de ellos han de ser muy entendidos y con un talento muy agudizado, debido tanto a las observaciones heredadas de sus predecesores como a lo que van descubriendo ellos mismos sin interrupción”
La actividad científica que surgió en el Renacimiento estaba alejada de los principios elitistas de los griegos contra las artes prácticas y por el interés por los problemas mecánicos. Esta cita del comienzo de la obra de Galileo señala claramente el camino de la nueva ciencia: hacer partir las teorías científicas del análisis de los descubrimientos empíricos acumulados por la tradición de los talleres artesanales.