Las personas estamos convencidas de que la ciencia es el conocimiento más seguro y preciso de la naturaleza que podemos alcanzar con nuestra razón. La ciencia nos aproxima al conocimiento profundo de la naturaleza y modifica nuestra forma de mirar la realidad. La ciencia es el saber que nos ha proporcionado imágenes del mundo acordes con lo que percibimos por los sentidos. A los hombres cultos antiguos les parecía razonable un mundo formado por las combinaciones de cuatro elementos, pero, tras la aparición de la ciencia moderna, las teorías científicas podían ser aceptadas por responder a nuestra experiencia sensorial, por explicar fenómenos físicos, por la certeza de los sucesos que predecían e, incluso, por sus consecuencias técnicas.
Por otra parte, el significado de las teorías científicas, cuya expresión técnica sólo comprendían unos pocos, llegaba a sociedad en general (gracias a una concepción previa heredada compartida) mediante metáforas que estaban de acuerdo con el sentido común y, además, mediante presentaciones informales de la naturaleza que se esquematizaban el mundo en que vivimos y a sus leyes con imágenes fácilmente inteligibles. La más característica de todas estas representaciones fue la del universo-máquina o universo-reloj, derivada de la filosofía newtoniana.
La visión mecanicista estaba en el trasfondo de la mecánica clásica: un mundo de átomos y fuerzas atractivas y repulsivas en interacción permanente de acuerdo unas leyes inmutables. Este modelo, aunque con ideas difíciles de admitir en ciencia (como a acción a distancia), estaba bastante de acuerdo con nuestra experiencia cotidiana. Aportaciones de la ciencia a partir del siglo XX tales como que la velocidad de la luz no podía ser rebasada, que el espacio era curvo, que el tiempo era relativo y dependía del sistema de referencia del observador, la doble naturaleza (onda-partícula), de las partículas elementales, el entrelazamiento cuántico o noticias como: los astrónomos detectan inmensas ondulaciones en el tejido del espacio-tiempo son aportes al conocimiento que no podemos representar en un modelo como el que tenía el mundo con la ciencia moderna.
Hoy vamos a analizar un hecho que se produce en la ciencia actual con las siguientes suposiciones:
Primero: La ciencia actual cada vez se hace más abstracta y no se advierten señales de que nos pueda proporcionar un modelo intuitivo del mundo semejante al modelo mecanicista. No obstante, la ciencia moderna elaboró un conocimiento sobre el estudio del movimiento de lo cambiante, de lo efímero, del perpetuo devenir sobre el todo fluye (πάνταρεῖ, panta rei) de Heráclito de Éfeso. Lo que suponía un decisivo cambio sobre el saber clásico griego y muy especialmente sobre la ciencia aristotélica, que estudiaba la esencia de las cosas, el ser, es decir, trataba de lo permanente y sus causas. Por esta razón, es posible que la ciencia actual nos llegue a proporcionar un modelo nuevo del mundo en que vivimos de acuerdo con nuestra experiencia cotidiana.
Segundo: La ciencia, a partir de mediados del siglo XIX es más compleja y confusa. Las ciencias físicas emplean un lenguaje matemático que va más allá de nuestra intuición, manejan geometrías no euclidianas, en mecánica cuántica se pierde la relación causa efecto; la física, en general, más que proporcionar una imagen del mundo, parece anunciarnos que ese objetivo es inalcanzable. Además, los resultados que nos ofrece la física en muchas ocasiones, parece que van en contra de nuestra intuición: hermanos gemelos que pueden llegar a tener edades distintas, la existencia de universos paralelos, que el electrón sea partícula y onda, el entrelazamiento cuántico, etc. Pues con complejas teorías incomprensibles para la mayor parte de la población mundial, con resultados anti intuitivos y sin un modelo de mundo, la ciencia actual despierta un enorme interés entre la población, como lo prueba la gran cantidad de libros de divulgación científica que se publican. Seguramente el interés lo suscita la enorme cantidad de descubrimientos prácticos que se han conseguido gracias a la ciencia en la mayor de las facetas de nuestra vida cotidiana que contribuyen a cuidar salud, nuestra comodidad y confort e incluso a nuestro entretenimiento (medicamentos, máquinas de diagnóstico, trenes automóviles aviones, frigoríficos, radios televisores… )
Tercero: El cambio tecnológico en la ciencia en los dos últimos siglos va en serio, porque nos está cambiando la manera de ver el mundo. Si consideramos las dos revoluciones científicas más importantes de la ciencia moderna: la revolución copernicana y la darwiniana. La primera contribuyó a situar al hombre en se lugar en el espacio, apartándolo del centro del universo y la segunda hizo que el hombre perdiera su condición de especie elegida y de que mereciera una creación específica y particular. Ambas fueron y son importantes para el desarrollo de la ciencia, pero lo cierto es que, en su día, esas revoluciones apenas llegaron a modificar las creencias y los modos de mirar el mundo de millones de personas. Seguramente porque sus vidas tenían poco ver con la cultura escrita. Esas revoluciones tuvieron un limitado impacto práctico, seguimos diciendo que el Sol sale por el este y continuamos manejando las clasificaciones de Linneo y, sobre todo no proporcionaron un resultado tecnológico apreciable y en general, lograron poca repercusión social escasa influencia en la visión del mundo en la vida cotidiana de las personas. Por los que parece que hace falta realizar una acercamiento del ciudadano a la ciencia, mediante un proceso de divulgación.
Cuarto: En la actualidad los humanos nos interesamos por la ciencia, con el banderín de enganche publicitario de los resultados tecnológicos. Superamos el conocer las cosas de la naturaleza por las causas que las producen y nos quedamos con una ciencia que está elaborada con un lenguaje abstracto de difícil comprensión, pero que nos produce avances técnicos que nos facilitan la vida. En suma, una ciencia predictiva y tecnológica, por lo que contribuye a apreciar la inserción de la ciencia en la sociedad.
