LA NOCIÓN DE CAUSA EN LAS CIENCIAS NATURALES (I): ES UNA NOCIÓN CARGADA DE TEORÍA

En el Libro I de la Metafísica, Aristóteles, después de haber identificado el verdadero saber con el conocimiento de las causas del ser,  expuso las cuatro causas, que ya había utilizado.  en la Física. Los tipos de las causas de las cosas, según Aristóteles, eran la causa formal, la material, la eficiente y la final. Las dos primeras eran intrínsecas (constituyen el ser), y las otras dos se consideraban extrínsecas (explican el devenir). Aristóteles formuló una definición de conocimiento racional (que es extensible al conocimiento científico) basada en la idea de que no podemos conocer algo, hasta que hayamos entendido su por qué, es decir, sus causas. La definición aristotélica que se admite hasta la actualidad es que la ciencia es el conocimiento de una cosa por sus causas.

La Revolución Científica del siglo XVI estudió el comportamiento de la naturaleza y el estudio del movimiento y del funcionamiento de las cosas observables: los impulsos, las desviaciones, las perturbaciones etc. lo que los llevó a considerar básicamente la causalidad eficiente. La causa eficiente, llegó a estar tan firmemente asociada a la Ciencia Moderna, que impregnó la obra de grandes científicos como Galileo (1564-1642), R. Descartes (1596-1650), C. Huygens (1629-1695), I. Newton (1643-1727) o G. Leibniz (1646-1716); hasta el punto que hoy resulta difícil pensar en otro tipo de causalidad que no sea la eficiente. La Ciencia Moderna no se preguntaba por la causa material ni la formal y desterró la causalidad final a la que consideró una ilusión estéril. F. Bacon (1561-1626) utilizó palabras gruesas para no considerarla en su obra El avance del saber (De Augmentis Scientiarum) (1623) diciendo: la investigación de las causas finales son una cosa estéril, no parirá nada, igual que una virgen consagrada a Dios. Bacon es considerado el primer representante del empirismo inglés y afirmaba que  la experiencia era el origen de todo conocimiento y sus tesis tuvieron gran influencia en las obras de J. Lotke (1632-1704) , G. Berkeley (1685-1753) y D. Hume (1711-1776)

El filósofo norteamericano N.R. Hanson (1924-1967) afirma que para F. Bacon (1561-1626) la causa era algo semejante a un disparador, en el sentido de que x era causa de y si la existencia de x podía provocar la existencia de y y, recíprocamente, si de la ausencia de x podía no inferir la no existencia de y. Acaba cncluyendo  que  se produce y cuando una serie de sucesos contribuye a crear una cadena de efectos que conducen a la aparición de y.

Con Bacon aparece en las ciencias experimentales la noción de cadena causal. O cadenas de implicaciones causa-efecto que conducen a un cierto resultado. La noción de cadena causal permite concebir la idea de que se pueden diseñar en el laboratorio las condiciones y los pasos ordenados necesarios para reproducir efectos que antes parecían producirse sólo en la naturaleza.

La síntesis de la urea por F. Wahler (1800-1882) en 1828 es fundamental para entender toda la Química Moderna y comprender la importancia de las cadenas de hechos encaminadas a conseguir un efecto.  Pensemos que a comienzos del siglo XIX El químico sueco J. Berze­lius (1779-1848), padre de la química moderna, y considerado el primer analista químico, había dividido la Química dos compartimentos incomunicados: el de las sustancias inorgánicas y el de las orgánicas. La separación se basaba en la suposición no experimental de que las sustancias orgánicas no podían formarse a partir de sustancias inorgánicas; opinaba que las sustancias orgánicas sólo podían formarse en los tejidos vivos, porque requerían la presencia de una fuerza vital. Wahler, demostró que la línea de división de lo inorgánico (lo inerte), y lo orgánico (o vivo) era muy fina. Con Wahler, se terminó el vitalismo y muchos años después sus hipótesis se emplearían para algo tan relevante como para explicar el origen de la vida en la Tierra mediante teorías como la de A.I. Oparin y abrirían el camino a numerosas síntesis orgánicas fundamentales para el desarrollo científico y tecnológico actuales. El descubrimiento de Wahler demostró cómo de un producto inorgánico, cianato de amonio, se podía sintetizar la urea, demostrando que la materia orgánica podía crearse en el laboratorio a partir de reactivos inorgánicos.

La ciencia experimental, con sus pruebas verificables y reproducibles, realizó una doble tarea: primero, de análisis y descomposición de fenómenos naturales desmenuzándolos en partes que se pudieran reproducir en el laboratorio para luego y luego reproducir cualquier fenómeno que se pueda describir adecuadamente. Igualmente, la medicina experimental utiliza habitualmente la noción de cadena causal cuando, por ejemplo, analiza la incubación, la aparición y la evolución de una enfermedad y trata romper el eslabón adecuado de la cadena causal que impida el desarrollo de la enfermedad.

La semejanza conceptual y el entre el experimento científico y la producción de cadenas causales en el laboratorio ha sugerido a algunos pensadores que la ciencia pueda concebirse como una obra de ingeniería, llena de palancas, mecanismos y resortes un modo mecanicista. De tal manera que la imaginación científica creativa puede ser, en buena medida, la habilidad de los científicos para imaginarse y reproducir en el laboratorio las condiciones del laboratorio que crearán lo que aparece en la naturaleza, ya sean urea, relámpagos o medicamentos.

Pero hacer una descripción del fenómeno o replicarlo en el laboratorio no basta. Buscar la causa de un fenómeno o de un suceso, sigue siendo dar una explicación del mismo. Se pretende comprenderlo en términos de cosas que nosotros conozcamos y que no nos resulten descocidas ni sorprendentes.

Como decía el filósofo Ch.S. Peirce (1839-1914) explicamos un fenómeno cuando una perplejidad se desvanece y se comprueba que el fenómeno se explica como cosa natural de a partir de cosas no sorprendentes.

Pero la concepción causal de secano se desvanece cuando para un fenómeno puede haber multitud de causas. N.R. Hanson pone el ejemplo de un accidente de aviación y se busca la causa del siniestro, el motor se paró por falta de combustible, porque el piloto estaba enfermo, fallaron las comunicaciones desde la torre de control, el avión no había pasado las revisiones adecuadas, etc. Cada una de esas posibles causas pudieron ocurrir simultáneamente y se las compañías de seguros mandarían diferentes peritos especializados en de siniestros unos analizarían el aparato, otros las revisiones realizadas, otros si se había producido un atentado, otros si había habido buenas comunicaciones con el servicio meteorológico  otros el estado de ánimo del piloto,  las revisiones y cada perito señalaría una casa distinta por la que diferentes causas por las que  el accidente hubiera sido inevitable y se destacaría el interés propio de cada uno de ellos, que no es otra cosa  que la postura teórica de cada especialista. Por lo tanto, la elección de una causa es una elección cargada de teoría.

 

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