APARICIÓN DE LA ESTADÍSTICA MODERNA. ESTADÍSTICAS PARA PLANIFICAR EL FUTURO

La estadística tiene su origen en los censos que realizaban los gobernantes, pero la finalidad y el uso de los censos ha variado y el número de sus aplicaciones se ha ampliado desde su aparición hasta nuestros días. Como punto de partida podemos suponer que los censos han pasado de ser listas de personas de un país y de sus bienes. Comenzaron a realizarse con el fin de conocer el número de habitantes, luego se convirtieron  en herramientas de los gobiernos con el fin de localizar contribuyentes y de cobrar tributos- En ocasiones se hicieron recuentos estadísticos para conocer el número de fallecidos tras una epidemia, como la que padeció Inglaterra en 1502. Pero el primer trabajo importante en este sentido fue el que realizó el médico inglés John Caius (1510-1573) sobre la enfermedad del sudor que recogió en A Boke o Counseill Against the Disease Commonly Called the Sweate (1552), que se convirtió en la principal fuente de conocimiento de esta enfermedad. Un censo importante fue para la evolución de la estadística fue el de defunciones que realizó Enrique VII (1557-1609) por el temor que tenía por la peste documentada por Caius. En todo caso, consideraremos que la estadística moderna nació cuando aparecieron los datos y los  métodos que permitieron extraer conclusiones sobre la vida cotidiana y hacer previsiones sobre el futuro, es decir, los medios con los que se pudo demostrar mostrar que la vida y la sociedad también se regían por leyes en contra de una opinión generalizada que expresó   M.T. Ciceron (106-43 a. de C.) y que, en cierta medida, señalaba un límite al conocimiento de los fenómenos complejos como la vida y los fenómenos sociales del conocimiento científico, que decía:  fortuna, non sapientia, vitam regit (la fortuna es la que gobierna la vida, no la sabiduría.

La estadística se ha venido utilizando en todas sociedades desde la antigüedad con el fin de conocer diferentes aspectos de la vida de los hombres en sociedad. La Biblia, en el Pentateuco registró el censo que realizó Moisés hacia el 1450 a. de C. después de la salida de Egipto, para conocer el número de israelitas y también que el rey David hacia el año 1000 a. de C. ordenó realizar al general del ejército, Joab, un censo de la población del reino de Israel.

Igualmente, los romanos, para tener una buena organización de sus territorios, realizaban censos cada cinco años en los que todos los ciudadanos debían declarar su nombre, edad, fortuna, nombre de la esposa, hijos, etc. y los funcionarios públicos registraban los nacimientos, las  defunciones y los matrimonios. Pero para ser ciudadano romano no bastaba con vivir en el imperio, ese privilegio se alcanzaría en el año 212 con el Edicto de Caracalla en el que, seguramente, para sufragar las numerosas campañas militares que mantuvo Roma contra los germanos y contra los partos, se realizó una importante reforma en el derecho civil de los habitantes y en el ámbito fiscal del imperio. Se concedieron derechos de ciudadano a un gran número de personas, con lo que se aumentó el número de individuos que tendrían de pagar impuestos sobre la manumisión de esclavos o sobre los derechos de sucesión y el número de personas censadas.

Las estadísticas recibieron un impulso en el siglo XVI en el que las monarquías absolutas, ya liberadas de la supervisión del Emperador y el Papa, en su reino sólo respondían ante Dios. Pero su estructura administrativa centralizada y sus guerras necesitaban un dinero, que obtenían de sus vasallos y para eso era preciso tener un censo de los  bienes y riquezas de los mismos.

También aparecieron en el siglo XVI las primeras obras de estadísticas que, aunque eran muy  descriptivas en ellas los políticos reflexionaban sobre los datos, obtenían conclusiones sobre la producción de bienes y, en ocasiones, daban orientaciones sobre el comercio. Una de las obras más influyentes en este siglo fue la del francés Jean Bodin (1530-1596), que defendió un tipo de monarquía gobernada por un rey con poder absoluto, por la gracia de Dios, en la cual la soberanía fuera única e indivisible y estuviera personificada en el rey, que, por su posición, estaba por encima de las disputas religiosas con un poder vitalicio no delegado por nadie. Desde esta posición de régimen absolutista, Bodin destacaba la importancia de los censos del sistema político para analizar problemas económicos; con los censos estudió la inflación, relacionando la cantidad de bienes y la cantidad de dinero en circulación con otros factores tales como: el comercio, el aumento de la población, la posibilidad de migración humana por causas económicas y destacó la importancia de la regulación de los flujos de exportación de materias primas y de la importación de productos manufacturados.

Pero los datos estadísticos pronto se utilizaron para otros menesteres con una orientación más innovadora y creativa que la de localizar contribuyentes para el estado. Eso ocurrió con las Cuentas de Mortalidad (Bills of Mortality)  que se publicaban en Inglaterra desde finales del siglo XVI. Sucedió que, durante el brote de peste que apareció en Inglaterra de 1590 a 1593, el gobierno inglés comenzó a publicar estadísticas de fallecidos semanales y esa actividad continuó, y en 1632 estas Cuentas de Mortalidad contenían, además, los nacimientos y muertos por sexo.  En 1662, el capitán John Graunt (1620-1674) utilizó estas Cuentas de treinta años y, estudiando proporciones de fallecidos por una u otra enfermedad y realizó predicciones sobre el número de personas que morirían de cada afección, así como sobre la proporción de nacimientos de varones y mujeres que cabría esperar. El trabajo de Graunt esta resumido en su obra Observaciones Políticas y Naturales hechas a partir  de las Cuentas de Mortalidad y fue un esfuerzo innovador en el análisis estadístico.

Con trabajos de este tipo, la estadística comenzó a adquirir un nuevo carácter, además de ayudar a conocer el pasado, contribuía a anunciar el futuro, como lo hacían las leyes científicas. Además, los datos aportados por el estudio de sus tablas, se utilizaron para para desterrar creencias erróneas como la que derribó en 1691 el profesor alemán Gaspar Neumann (1648-1715), Se creía que en los años terminados en siete moría más gente que en los otros. Neuman demostró que no era así después de revisar una cantidad ingente de actas de defunción en los archivos parroquiales de Breslau.

Los métodos de Neumann fueron conocidos por el astrónomo inglés Edmund Halley (1656-1742), que los aplicó al estudio la duración de la vida humana.  Halley analizó los registros de nacimientos y muertes de Breslavia (Polonia), entre 1687 y 1691 y lo expuso en su ensayo Una estimación de los grados de mortalidad humana, extraídos de las tablas de nacimiento y los funerales en la ciudad de Breslavia; con un intento de determinar el precio de las rentas vitalicias.

Halley presentó la primera tabla de mortalidad con un estudio que se puede considerar como la base de los estudios estadísticos contemporáneos. En el ensayo intentó establecer la cuota anual que se debía a satisfacer a las compañías de seguros en un seguro de vida. En la tabla recogió el número de personas de la ciudad polaca clasificadas por edades. Observó la relación de había entre la mortalidad y la edad y calculó la probabilidad de morir y la de sobrevivir a cualquier edad.  Halley distinguió un patrón en la mortalidad por grupos de edad: Identificó, por ejemplo, mayores niveles de mortalidad entre los niños entre uno y cinco años, y los mayores de setenta.

Halley También cuantificó los diferentes grados de mortalidad en cada edad y calcula la probabilidad que tiene un individuo de una determinada edad de sobrevivir una cantidad determinada de años. Ante la posibilidad de estimar de manera empírica la probabilidad de supervivencia de una persona en una edad determinada, Halley sugirió la regulación de los seguros de vida y una diferenciación de las primas por edad.

El artículo es de gran relevancia porque utiliza un concepto fundamental aplicado en la demografía contemporánea. Halley supuso que la ciudad tendría un número constante de nacimientos cada año. Observó que éstos superaban ligeramente el número de muertes anuales; sin embargo, dicha diferencia se compensaba mediante el reclutamiento militar para el Servicio del Emperador en sus Guerras, por lo que el número de defunciones anuales en relación con la población total para cada edad se mantenía relativamente estable.

Además, Halley comprobó que el tamaño de la población variaba muy poco ya que la ciudad tenía un flujo migratorio mínimo y, aunque el número de nacimientos anuales superaba ligeramente al de defunciones. la diferencia se compensaba por el reclutamiento militar al servicio del Emperador en sus guerras, Además, comprobó que la población de Breslavia mantenía constante la estructura por edades. Es decir, en lenguaje actual, que la población era estacionaria.

En una extensa nota final a su ensayo, titulado Otras consideraciones sobre las tablas de mortalidad en Breslavia,…, Halley, entre otros razonamientos, apunta una línea de política de natalidad a partir de un análisis de la fecundidad de las mujeres. A partir de las tablas observa que hay aproximadamente un nacimiento anual por cada seis mujeres en edad fértil y considera que, si los matrimonios se aumentaran, el número de nacimientos pasaría a ser a cuatro nacimientos anuales por cada seis mujeres fértiles, lo cual sería beneficioso para reino. Por lo que sugería un ataque la soltería mediante el aumento de los impuestos y del servicio militar, y que, paralelamente, se incentivaran a las familias numerosas.

https://otrosdialogos.colmex.mx/mas-alla-de-las-estrellas-aportes-de-edmond-halley-a-la-demografia

Así, la estadística, las matemáticas y el razonamiento humano podían influir en la toma de decisiones y en el desarrollo de los fenómenos sociales, permitiendo orientarlos en un sentido o en otro y corrigiendo a Cicerón, que pensaba que la vida estaba gobernada por el azar cuando afirmaba: Era la fortuna y no la sabiduría quien gobernaba la vida.

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